Roy Borland abre una nueva trilogía con “Chin chin”, nuevo capítulo de su serie “Cena”
El puzle de Roy Borland encaja otra pieza llamada Chin chin, un brindis de su álter ego animado que formará parte de Cena, su proyecto más personal. En esa cadena de canciones de aire intimista que completarán Cena, su próximo EP, el nuevo eslabón es un tema más producido y menos clásico, más californiano y menos latino.
Primero estrenó Sal, Tequila y Limón, una trilogía guiada por una especie de bolero contemporáneo. Ahora abre otra nueva serie de tres dentro de la propia Cena, sin perder ese estrecho vínculo con lo cotidiano, los placeres de lo rutinario y su aparente intrascendencia, pero ahora más pop. Aunque el propio Borland se muestre implacable con su propio personaje: “La canción va de desamor y de prepotencia personal, de un tipo casi infantil, que se expresa con prepotencia con una chica bien a la que le gusta el chin chin cuando él prefiere el Chan chán”, resume, en referencia al clásico de Buena Vista Social Club.
En lo musical, la pieza que inaugura nueva trilogía se caracteriza por un “flow pop-roquero muy 2005”, señala Roy, madrileño con raíces en Jamaica y Panamá, que esta vez se ha ido a la costa Oeste de los Estados Unidos a buscar nuevas referencias. Ahora la música se impone a la letra, hay menos tensión romántica y más intensidad musical.
El proyecto Cena y las dos trilogías que lo conforman son eso, un puzle que hay que encajar, y que Borland nos presenta en un orden no necesariamente cronológico, ni en la narración — un amor que evoluciona del flechazo al desencanto—, ni en la creación. De hecho, las primeras composiciones fueron Sal y este Chin Chin, y todo lo demás fue “como completar el trazado entre dos extremos”.El nuevo tema surgió del confinamiento, pero no del duro, de principios de 2020, sino del propio covid, que él y su colaborador en Chin chin Álex Granero atravesaron juntos el pasado año. Así surgió la idea, la canción y la grabación. Ambos se dejaron llevar por la fascinación por ese pop que hace década y media brotaba de forma natural, con una electrónica tan discreta como efectiva, y con un aire que, reconoce, “ha envejecido especialmente bien”. “Es superpop”. Lo mismo que este Chin chin que enfila los postres de su Cena.