No lo vas a creer…
Pocas artistas han provocado una alegría tan grande como Florence Foster Jenkins, así y todo, esta soprano tuvo la prudencia de no excederse. Rechazó de manera rotunda presentarse en Nueva York más de una vez al año y pocas veces en otros centros que no fueran Washington y Newport. Durante años, su recital anual en el Ritz-Carlton fue una ceremonia privada para unos pocos selectos; su leal círculo de mujeres miembros de clubes sociales y los arriesgados entendidos. Si bien estos últimos, en ciertas ocasiones, no podían reprimir su falta de moderación, continuaban siendo fieles a la artista. Los críticos cubrían el evento utilizando un lenguaje especialmente desconcertante con el que, probablemente con otra intención, solían dejar al público perplejo y haciéndose preguntas en cuanto a lo que realmente sucedió la noche anterior. Luego empezó a correrse la voz. Cada vez era más difícil conseguir entradas. Finalmente, la noche del 25 de Octubre de 1944, Madame Jenkins dio el primer gran paso. Dejando a un lado el ambiente de brocado del salón de baile de hotel lujoso, se aventuró a conquistar el Carnegie Hall. Muchos aseguran que su muerte un mes y un día después de ese evento, fue el resultado de un corazón destrozado – tan poco probable como la historia de que su carrera fue una gran farsa a expensas de su público, una farsa bastante cara, por cierto, ya que el Carnegie Hall había vendido todas las entradas varias semanas antes del recital y recaudó alrededor de $6,000. Y eso no es todo, el ya fallecido Robert Bagar escribió en el New York World-Telegram: “Ella era inmensamente feliz con su trabajo. Es una pena que pocos artistas lo sean. Y esa felicidad se transmitía como por arte de magia a sus seguidores…”
No, Madame Jenkins murió habiendo vivido muchos años– 76 para ser exactos – y, por cierto, con un corazón feliz. Ni sus padres ni su marido la animaron a perseguir su ambición musical, pero después de divorciarse y recibir el dinero de herencia de su padre, banquero y abogado de Wilkes-Barre que había trabajado en la legislatura de Pennsylvania, la artista por fin pudo dirigirse a Nueva York. Es una pena que no haya grabado el bis favorito de sus seguidores, ‘Clavelitos’, una canción que invariablemente le pedían repetir en sus recitales. Una narración de la época describe a Madame Jenkins apareciendo envuelta en un mantón español, con una peineta con brillantes y al estilo ‘Carmen’, una flor roja en el cabello. Marcaba la cadencia rítmica de la canción lanzando pequeñas flores rojas, que llevaba en una pequeña cesta, a su encantado público.
Ya hace tiempo que se reclama una reedición de este álbum de Florence Foster Jenkins, pero se pensó que las grabaciones de la soprano debían ir acompañadas por algo más, que resultara atractivo a los oyentes. Un día, sin previo aviso, Jenny Williams y Thomas Burns entraron al Departamento de Grabación Personalizada de RCA Victor. Los discos que querían hacer eran para su propio uso pero finalmente aceptaron que se publicase el material de este disco. Ellos mismos realizaron las traducciones al inglés, que hablan por sí mismas, y en apoyo a la causa de la ópera. Al igual que Madame Jenkins encontraba el camino a los estudios de grabación desde el recinto de conciertos, quizás la Señorita Williams y el Señor Burns, con el recibimiento que seguramente esperen de este disco, algún día intentarán llenar, de alguna manera, el vacío dejado tras la marcha de Madame Jenkins de la escena musical. (Sacado de las notas originales del LP LM-2597 RCA Victor)
TRAILER
http://www.imdb.com/title/tt4136084/
TRACKLISTING
- Mozart: Die Zauberflöte: “Der Hölle Rache” (The Queen of the Night’s Aria
Liadoff: The Musical Snuff-Box
3. McMoon: Like a Bird (Lyrics by Florence Foster Jenkins)
4. Delibes: Lakmé : “Où va la jeune Hindoue?” (Bell Song)
5. McMoon : Serenata mexicana
6. David: La Perle du Brésil: “Charmant oiseau” (Couplets du Mysoli)
7. Strauss II.: Die Fledermaus : Adele’s Laughing Song
8. Bach-Pavlovich: Biassy
Florence Foster Jenkins, soprano
Cosme McMoon, pianoBonus:
9.-12. A Faust Travesty
Jenny Williams, soprano
Thomas Burns, baritoneInterview
13. Chick Crumpacker interviews Cosme McMoon