Amaia nos adelanta la portada de “Nacidos para creer”, canción que dará título al álbum. El single y el videoclip estarán disponibles en todas las plataformas digitales a partir del próximo viernes 26 de enero.
Amaia presenta su nuevo proyecto en el que repite con el prestigioso productor sueco Martin Terefe, al que ya confió la producción de su anterior álbum y que se grabó en la capital británica, en Kensaltown Recording Studios.
Benjamín Prado, escritor y gran amigo de la cantante, también ha participado en la creación conjunta de las letras de varios temas.
Un espejo llamado Nacidos para creer
Por Benjamín Prado
Un single no tiene que ser una canción, tiene que ser un himno. Eso lo sabe cualquiera y lo buscan todos los compositores, pero lo consiguen muy pocos e incluso esos pocos, nada más que de vez en cuando. Un himno pop es un secuestro, algo que te atrapa; es una droga, algo que crea hábito; es un marcaje individual, algo que te sigue a todas partes; es una invasión, algo que una vez que se te mete en la cabeza no hay modo de hacer que salga de ahí. Y antes que nada, es un espejo: te miras en él y lo que ves es a ti. Nacidos para creer es todo eso y lo es a primera vista: la oyes una vez y ya eres suyo, tu única opción es oírla de nuevo.
El día que Amaia Montero me puso esa melodía avasalladora en su casa, fue como agarrar unos cables de alta tensión: era emocionante, sutil y feroz a un tiempo; poseía la contundencia de lo que te pone fuera de combate con un solo golpe. Empezamos a buscarle una letra de inmediato, su letra, la que pedía a gritos y sin ofrecer ninguna alternativa, porque no se hubiera conformado con ninguna otra. Y no me digan cómo, pero ya sabíamos que iba a ser la primera bandera en la luna del disco que se avecinaba.
Amaia sabe quién es y lo que significa para millones de personas. Pero, sobre todo, más allá de los focos y los aplausos, tratada de puertas para dentro, es un ser humano sin trampa ni cartón, insegura como todos los perfeccionistas; hipersensible como todos los creadores de verdad, los que se apuestan a sí mismos en la partida; es generosa y divertida siempre; arrogante o humilde según con quién se cruce; melancólica cuando mira hacia atrás e inteligente cuando mira a su alrededor… Y en su vida ha habido lo mismo que en la de cualquiera: de todo. Felicidad y tragedia; dolor y éxito; traición y lealtad; cumbres e infiernos… Nacidos para creer es el resumen de ese viaje lleno de idas y venidas, es un autorretrato de muchas caras, una confesión, una radiografía, un desnudo integral de la parte de adentro. Algunas de sus estrofas son un ajuste de cuentas y otras son un tributo, una forma de dar las gracias a los que están a tu lado llueva o haga sol, sin importarles qué puesto ocupes en la carrera.
Ella la canta con delicadeza, con ironía y con rabia. Ella, que en mi opinión siempre ha cantado mejor que nadie y por eso cuando me dijo ven lo dejé todo, me parece que aquí se deja atrás hasta a sí misma. A quien al escuchar Nacidos para creer no le den ganas de saltar, que cambie de zapatos y se ponga los bonitos, los de pisar fuerte y dejar huella. Porque esto no es sólo una canción: es un himno. O si lo prefieren, es una bomba, en el buen sentido de la palabra. No le falta de nada, no va a dejar indiferente a nadie. No se pongan cómodos, porque su estribillo no les va a dejar estarse quietos. Bienvenidos a un disco que no van a olvidar.